jueves, 11 de agosto de 2011

El triste y mojado camino de las lágrimas

El espanto asomaba en su rostro maltratado, sus ojos sin luz, y su piel de marfil con las manchas de un arcoíris oscuro y sombrío, sin embargo estaba decidida, estaba segura y firme. Esta había sido la última vez que ocurría, ya no más, nunca más. Robertito de dos años dormía plácidamente su siesta mientras ella preparaba un bolso para los dos. Había que aprovechar ahora porque él no volvería hasta las siete, aunque tenía un plan B por si llegaba antes. Tenía tiempo, era temprano en la mañana y se había ocupado de que se fuera contento y de que pensara que era él, era el que tenía todo bajo control como siempre. Hoy sí que no iba a limpiar la casa y tampoco iba a cocinar la cena… Durante meses, desde que tomó la decisión, como si lo que planeara fuera un crimen en vez de un escape, iba programando sus pasos. Su cabeza fraguaba su plan mientras el dormía o mientras estaba sola haciendo sus obligadas tareas hogareñas. Muchos de los preparativos para escapar los venía haciendo desde hacía mucho tiempo pero otros los tuvo que dejar casi hasta el final que parecía eterno, pero en la vida todo pasa, todo llega y el final era hoy. Estaba bien asesorada y sabía exactamente qué era lo que tenía que hacer. Fue difícil hacer tanto trabajo a escondidas, mantener la casa brillando, la comida hecha, la ropa limpia y planchada, todo organizado en la forma que “su dueño” exigía, guardar el secreto y no contárselo a nadie y atender a su bebé. Si no fuera por su querido bebé no hubiera tenido la fuerza de voluntad para permanecer viva. Su existencia era como un rompecabezas de esos que su mamá le daba cuando era pequeña, la diferencia era que las piezas de éste nunca acababan de encajar. El sueño de casarse, tener una familia y envejecer juntos, se había transformado en una pesadilla que nunca imaginó y el hombre de su vida al que todavía amaba se convirtió en el carcelero que le juró amor eterno en la iglesia, “hasta que la muerte los separe”… y no faltó mucho para que ocurriera… la muerte. Pudo haber sido una puñalada, un golpe mal dado o una mala caída de las que había pasado por montones. Pensándolo bien con la cabeza en frío y desde otra perspectiva y después de siete años de convivencia, descubrió que ya había señales durante el noviazgo, pero tal vez no las quiso ver; para aquella época tanto su mente como su corazón estaban llenos de sueños y a su vez era muy insegura de si mima. “¿Qué pasaba si lo dejaba y después nadie la quería?”, había pensado y ahora se contestaba “No sé qué hubiera pasado, pero lo que pasó nunca debió suceder”.

No supo en qué momento exacto comenzó el abuso, la crueldad, la miseria, la humillación permanente y el miedo a que le quitara el oxígeno poco a poco, no sólo por las golpizas sin fin; le dolía el corazón, la mente, el alma. Podía vivir con las cicatrices de su cuerpo, después de un tiempo mejoraban y se curaban, pero las heridas profundas que tenía en su espíritu, si es que todavía quedaba algo de él, iban ser más difíciles de sanar.

Jazmín había sido una muchacha que nunca tuvo problemas, estudiaba contabilidad en la universidad, era hija única y sus padres de un buen nivel social, no escatimaban en nada para que la “nena” fuera feliz. A los 16 años le regalaron su primer Volkswagen Cabriolet descapotable de color rojo, en la escuela el auto hizo furor, aunque su dueña se sentía avergonzada de tener algo diferente a los demás y como no encontraba que excusas darle a sus padres para no usar el auto lo llevaba y lo traía como a un peso en su espalda porque por su carácter quería complacer a todo el mundo. La atemorizaba que los demás compañeros pensaran que era una nena rica y además presumida. Jazmín no era la chica más popular de su salón porque era tímida y retraída, sin embargo tenía unas cuantas compañeras con las que eran afines. Cuando se graduó estaba un poco indecisa sobre qué carrera estudiar pero finalmente se inclinó por administración de empresas ya que había varias aéreas que le interesaban en esa rama.

La entrada a la universidad para muchos chicos significa estar a otro nivel, se sienten adultos, no tienen que usar más el uniforme de la escuela y aprecian la palabra l i b e r t a d. Muchos de ellos, sobre todo los que se hospedan en el lugar en donde estudian, regresan los fines de semana a su casa y salen de fiesta todos los jueves a beber unas cervezas, escuchar un poco de música y pasar un momento agradable. El salir y entrar de la casa a conveniencia se siente espléndido y más todavía si no hay que rendirle cuentas a nadie. Jazmín se incomodaba con ese tipo de actividad; no le llamaba mucho la atención la fiesta, no le gustaba beber y por ser tan retraída más que por otra cosa se dedicaba solamente a sus estudios y a estar en su casa con su familia. No había hecho muchas relaciones dentro del ámbito universitario más que conocer a algunos compañeros de clases y todavía solía ir al cine o a comer una hamburguesa con sus compañeras de la escuela superior. Esa ansiedad social permanente en la que vivía, la hacía esquiva y aunque no era una muchacha fea, los chicos no se fijaban mucho en ella porque pasaba inadvertida y a decir verdad a ella le hubiera gustado ser invisible.

Estando por acabar su bachillerato, sin haberse dado de baja ni una sola vez y con un promedio académico excelente, hizo matrícula para su último término. Ya había aplicado para una maestría en el mismo Departamento y se sentía excitada porque en sólo unos meses se iba a graduar y comenzaría estudios de postgrado. Ahora sí, lo que opacaba un poco su alegría era que ya muchas de sus amigas tenían relaciones formales con el sexo opuesto y ella se sentía tonta al compararse con las demás. Cuando le habían querido presentar a alguien siempre tenía una excusa para no salir hasta que las muchachas se cansaron y dejaron de invitarla.

Jazmín estaba esperando por su turno en una fila para terminar sus trámites en la universidad cuando lo vio. Un muchacho que se veía mayor que los demás estudiantes y muy guapo. El estaba en fila delante de ella, se dio vuelta y le entabló conversación pero cuando llegó su turno tuvo que irse a acabar con su propio trámite. Después la llamaron a ella y se olvidó de él y de su existencia, sin embargo, se sorprendió cuando iba saliendo por que él la estaba esperando así que continuaron conversando; así se enteró de que él se llamaba Tomás y que tomaba cursos en el mismo Departamento que ella, sólo que él, según le comentó “estaba un poquito retrasado en sus estudios”. Le parecía muy raro que estudiando en el mismo lugar nunca se hubieran visto y como la química era buena la invitó a tomar un café en la cafetería y ella aceptó. Fue amor a primera vista. El era apuesto, hablador, sumamente simpático, inteligente y parecía que sabía de todos los temas del mundo, ella no hablaba mucho y él lo hablaba todo por los dos. Mientras tomaban el café, se acercaban muchos estudiantes a saludarlo y por lo visto era muy popular, daba la impresión de que todos querían hablarle y que lo conocían. Para ella que se sentía tan poquita cosa, a pesar de todos sus logros, el que Tomás se hubiera fijado en ella la hacía sentir muy importante y contenta. Aunque acababa de conocerlo quería pasar el resto de su vida junto a él. En su fantasía y sin ninguna experiencia, le parecía que Tomás era el hombre que le estaba predestinado y que había sido un momento mágico. Después del café, de todas las interrupciones y de lo poco que pudieron compartir, intercambiaron teléfonos y Tomás le dijo que muy pronto la llamaría para que salieran a compartir.

Así fue como comenzaron a conocerse, él la visitaba en su casa, salían al cine, a comer, a la playa y a alguna que otra fiesta, siempre relacionadas con personas que él conocía. Aunque nunca se habían visto en Administración de Empresas, él le explicó que “su retraso en los estudios se debía a que no cualificaba para la beca entera ya que no llevaba los créditos necesarios para ser un estudiante a tiempo completo, así que tenía que complementarlo con un trabajito de medio tiempo para poder pagar sus propios gastos”. El vivía con su mamá y sus hermanas, bastante cerca de la universidad, por lo que no tenía mayores gastos de hospedaje y de comida. Mientras Jazmín apenas iba a cumplir los 22 años en septiembre, Tomás ya tenía 28 cumplidos, así que llevaba diez años en el sistema universitario público, vale decir más del doble de los años que se necesitan para terminar una carrera completa. Pobrecita, ¡Tremendo candidato!

Tomás era un hombre muy inteligente, manipulador y posesivo. Le gustaba ejercer mucho control sobre las mujeres con las que había salido y por eso era que todavía no había podido encontrar una chica que quisiera tener una relación seria con él. En una época donde las mujeres están completamente liberadas, tal vez demasiado y con la autoestima tocando el cielo, él era muy machista y eso no les agradaba a muchas chicas.

Jazmín era tan mojigata porque no había tenido un novio, ni siquiera un noviecito informal. Esta era su primera y única conquista, así que no tenía manera de comparar cómo funcionaba su noviazgo y para ella él era un dios. Le parecía que flotaba sobre las nubes. En su mente este era un amor de novela, estaban hechos el uno para el otro y nada podía fallar… Sí tenían los mismos gustos, escuchaban la misma música, frecuentaban el mismo ambiente (el de Tomás) y hasta estudiaban lo mismo. ¿Qué más se podía pedir?

Comenzaron a salir y todo era muy romántico, Tomás la conquistaba llevándole flores, chocolates, orquídeas y regalos cada vez que iba a visitarla. La complacía con todos los caprichos y estaba muy pendiente a todo lo que ella hacía hora a hora. El quería saber todo lo que ocurría en su vida: la celaba constantemente y a ella le gustaba toda esa atención porque él la quería. Le enviaba mensajes de texto como “¿Dónde estás”, “¿Con quién estás” o la llamaba al celular “¿Con quién estás hablando” y “¿Quién es ese tipo?”, si escuchaba una voz masculina en el fondo, “¿Y ahora que vas a hacer?” Mientras más tiempo pasaba más confianza adquiría y más quería saber y ella no le daba importancia porque estaba totalmente enamorada. Cuando iban a salir comenzaba el drama: “Ese pelo no te queda bien, recógetelo”, “Te maquillaste demasiado”, “Esa falda es muy corta”, y con el tiempo, hasta: “Pareces una mujerzuela con esos pantalones blancos y tacos altos, no vas a salir vestida así”. Cualquier asunto donde pudiera ejercer su control, que eran muchos, incluyendo a los padres de Jazmín, podía ser blanco de su opinión personal. Su forma de pensar no tenía claroscuros, era blanca o negra y sumamente rígida porque él siempre era dueño de la verdad. Ya se iban notando algunos “signos” de lo que depararía el futuro.

A pesar de que su madre, que según Jazmín “era su mejor amiga” la aconsejaba porque veía “indicios” de que él no era tan buen candidato como a su hija le parecía, Jazmín no le hacía ningún caso y le decía a su mamá que se estaba imaginando cosas. Cuando su mamá intentaba hablarle Jazmín se ponía inmediatamente a la defensiva y era imposible dialogar. Tomás indisponía a Jazmín en contra de toda su familia, de sus amistades y de cualquiera que pudiera decir algo que a él no le conviniera y ella, a pesar que podía ver de lejos lo que estaba pasando no podía o no quería despegarse de esa relación formada en el cielo porque ella lo amaba. ¿Cómo iba a poder vivir si él?

Tomás le presentaba a sus amigos y hacía este tipo de comentarios: “Ella no sabe, yo te lo voy a contar”, “Es que mi novia es lo más inteligente que hay” de forma sarcástica y despectiva. Finalmente, después de un tiempo la llevó a conocer a su familia. Ella se maquilló, se peinó y se esforzó para presentarse tal como a él le gustaba, no quería pasar un mal rato justamente en ese día, delante de su suegra y cuñadas. No sólo Tomás, le faltó el respeto sino que la despreció delante de todos y la hizo quedar como una tonta. Cuando salieron ella estaba muy molesta y se lo dijo muy suavemente pero él no le dio ninguna trascendencia al asunto, “no tiene importancia mi amor, no vamos a pelear por eso, si no te gustó no va a volver a pasar, te lo prometo y recuerda que te amo. ¿Cómo puedes pensar que te quiero hacer quedar mal?”. Esa frase la iba escuchar muchas veces…

El noviazgo fue corto y sus ilusiones de estudiar una maestría acabaron al finalizar su primer semestre. Se querían casar y “lo mejor” era que ella buscara un trabajo porque ya tenía su grado, para que él pudiera seguir con la universidad y su trabajo a medio tiempo. De esta forma cuando él se graduara iban a vivir mejor. Así transcurría su vida, ella con sus proyectos y el convenciéndola de que eso era lo peor que podía hacer y finalmente ella llegaba “por si misma” a la conclusión que el sabía más y tenía razón, “¿Cuál era la experiencia que tenía ella, guiar desde su casa a la universidad y estudiar?”, le decía él. Esta situación ocasionó muchos enfrentamientos entre ella y sus padres que trataban de hacerle ver que era manipulada, pero Jazmín se negaba a escuchar y después de muchas discusiones sus padres, que la habían apoyado toda la vida y que no querían perder a su hija a manos de un tipo vago, tramposo y sin escrúpulos perdieron la batalla y comenzaron a ser el enemigo de Tomás y de Jazmín.

Tomás la aconsejaba, “es que yo no entiendo a tus padres, cómo pueden ser tan egoístas que no quieren que te cases para ellos no quedarse solos. Ellos deberían alegrarse de que tú seas feliz y de paso nos podrían ayudar con la compra de algunos muebles o darnos el pronto para la casa, de regalo de bodas, no crees?” Su cerebro estaba completamente re-educado y ya no había marcha atrás.

Finalmente se casaron y entonces comenzó otra etapa. Ella estaba feliz, había salido de su casa, ahora iba a poder hacer lo que auténticamente quería, su vida recién empezaba y tenía todos los años del mundo para vivir con su amado Tomás y fundar una familia. Sabía que iba a tener que esperar un poco en lo que Tomás acabara sus estudios y ella había hecho el compromiso de trabajar para mantener a los dos, pero eventualmente iba a suceder y sus ojos chispeaban de felicidad: ¡Tener un bebé de Tomás!

A los ojos de Tomás, Jazmín ya era de su propiedad y tenía que obedecerle. La mujer se casaba para cumplir órdenes de “su marido” y ella era “su mujer”, su posesión. La luna de miel no fue precisamente eso. Ella no tenía ninguna experiencia y lo que soñó que iba a ser el principio de su historia de amor resultó en que él no la trató con ninguna consideración. Lo primero que le dijo fue “¡Sácate ese disfraz de ramera, de necesitar una puedo pagar por ella!” y lo que siguió fue únicamente placer para sí mismo sin ninguna clase de afecto ni aprecio para la mujer que se había guardado únicamente para él. De esta manera fue como Jazmín comenzó a vivir el triste y mojado camino de las lágrimas.

Y luego comenzó la rutina… Ella llegaba todos los días sumamente cansada ya que tenía que viajar hasta su trabajo, sin embargo cuando llegaba le tocaba fregar todos los trastes que había en el fregadero y comenzar a cocinar lo que él quisiera para ese día. La cocina debía quedar inmaculada para el desayuno del otro día y ella tenía que levantarse a las 5:00 de la mañana para tener la casa limpia antes de irse a trabajar tratando de no hacer mucho ruido porque él “estaba descansando” y dejarle el desayuno en el microondas para que no se enfriara.

En cuanto a Tomás su vida transcurría a su perfecta conveniencia y hacía “como” que estudiaba. Cuando ella le preguntaba cuándo iba a terminar, su respuesta era “para el próximo semestre” y seguirían pasando los semestres. Cuando Jazmín comenzó a trabajar abrieron una cuenta a nombre de ambos en el banco y ambos depositaban sus respectivos salarios, pero como siempre él era quien manejaba el dinero, porque alguien tenía que llevar la contabilidad de la casa. El tenía “un trabajo” y en su tiempo libre sacó una licencia de fumigador profesional porque como cultivaba vegetales en el patio trasero de su casa, que luego vendía entre los vecinos, muchas veces necesitaba fumigar para eliminar las plagas. Ese era su hobby y lo hacía para distraerse de la vida tan agitada que llevaba (trabajo y estudios). Era sumamente metódico y obsesivo en prácticamente todo lo que hacía y lo que hacían los demás siempre era criticable porque el ya había llegado a la perfección. Así era como Jazmín tenía que fregar con la esponja y el detergente que él decidía porque eso dejaba los platos más brillantes. La ropa tenía que ser lavada, doblada, planchada y guardada de acuerdo a como lo hacía su madre. La comida en las alacenas estaban dispuestas de tal forma que los frascos y latas se pudieran ver en su totalidad y por color, pero no le tocaba a él hacerlo. Durante los primeros tres meses de matrimonio hubo muchas imposiciones a las que Jazmín tuvo que acceder porque todo se transformaba en peleas a gritos… que él ganaba. Después de esos primeros meses las peleas escalaron a tal punto que “ella lo sacó de quicio y por su culpa él no pudo controlarse y la golpeó”. Luego le pidió perdón inmediatamente, se sentía muy avergonzado de lo que había hecho. “Por favor, perdóname, esto no volverá a ocurrir” mientras ella reconocía que “si ella no le hubiera gritado él no se hubiera visto obligado a pegarle”. Después de eso vino la “luna de miel” y todo parecía magnífico. Al día siguiente, cuando Jazmín llegó del trabajo, él la sorprendió con comida de un restaurante que a ella le gustaba muchísimo y al que nunca iban. Había flores y velas en la mesa y la mesa estaba puesta con mantel y platos, vasos y cubiertos. Después de la cena la ayudó a recoger y a fregar para que todo quedara en orden. La sorpresa que Tomás le dio fue tan emocionante para Jazmín que sintió que realmente él estaba arrepentido y que a partir de ese momento las cosas sí cambiarían. En su corazón de verdad lo perdonó.

Pasados dos meses, cuando Jazmín abrió la puerta al volver de su trabajo, se encontró con un el gabinete de la cocina abierto y todos los vasos de vidrio rotos en el piso. Tomás llegó tan pronto ella entró y entabló una diatriba de cómo debían acomodarse los vasos en “su” casa y esta vez no fue sólo un golpe, sus gafas volaron al otro lado de la cocina, la agarró por el cabello y la tiró contra la pared. Llantos, gritos, lamentos. Se quiso disculpar explicándole que ella no hacía las cosas como debían hacerse y que ya se lo había repetido muchas veces. Después de la paliza vino la reconciliación así que fueron a la cama y tomó posesión de lo que le pertenecía, como si ella hubiera estado muy dispuesta. Levantándose de la cama y de camino hacia el baño le dijo, “Nunca más volverá a suceder, te prometo que nunca más va volver a suceder”.

Las caídas por las escaleras, un accidente con el auto o una cirugía en la boca justificaban la ausencia de Jazmín a su trabajo, él llamaba personalmente para excusarla. Pocas personas le veían el rostro de color negro, azul y amarillo, o sus labios hinchados o sus brazos lacerados porque siempre se quedaba en su casa varios días después de la golpiza completamente avergonzada y sintiéndose culpable. Es que ella trataba de hacer las cosas como Tomás las pedía, pero nunca podía complacerlo. A veces la salsa le quedaba muy espesa, otra la pasta estaba cruda, la bolsa de la basura estaba demasiado vacía para botarla, aunque a veces estaba demasiado llena y no se había tirado… Cada vez más la fue alejando de su familia y de las pocas amistades que tenía. Sus padres tenían vedada la entrada a su casa, con su mamá podía hablar solamente a escondidas y desde un teléfono público para que la llamada no quedara registrada en su celular y la vergüenza que sentía era tan grande que eran raras las veces que la llamaba. Sin embargo, tenía que disimular y hablar desde su casa para que Tomás no sospechara, así que le pedía permiso porque únicamente tenía permitido hablar con su madre, (que tanta razón había tenido) así él escuchaba por el otro teléfono para más adelante recriminarle partes de la conversación y de lo “insanos y despreciables” que eran sus padres. La única relación que podía tener era con su suegra pero cuando fue a buscar su apoyo y le contó lo que le pasaba, ésta justificó todo lo que hacía su hijo, “pero si ese muchacho es un santo”. “Eso será porque lo provocaste”, “Es que realmente él te queda grande”, “No sabes atender las necesidades de un hombre” y “Eres una desagradecida, tienes lo que te mereces”, Jazmín nunca dijo nada más.

Había momentos en que la vida se sentía normal y eso la confundía. Había periodos largos en los que parecían un matrimonio feliz que compartía amigablemente y ella recordaba a la persona de quién se enamoró. Cuando venían los momentos de mucho dolor, ella se enfocaba en esos tiempos felices, no quería reconocer lo que le estaba pasando porque reconocerlo era darse por vencida en su matrimonio, en el amor que sentía por él a pesar de todo y a ella le constaba que Tomás iba a cambiar. Sólo había que esperar… hasta la próxima paliza. O a que los vecinos llamaran a la policía y a que ella mintiera y les aclarara a los guardias que no pasaba nada, que habían estado “jugando”. Pensaba que era mejor no formular cargos por miedo a que su vida todavía tomara un color más negro.

Las cosas iban de mal en peor, quedó embarazada justo cuando a él le ofrecieron un trabajo a tiempo completo en un negocio recién inaugurado. Como era un buen salario, por su experiencia anterior y sus años universitarios, (le hacían falta solamente dos años) lo asignaron como Asistente de Gerente. Tomás estaba harto de jugar a que estudiaba porque parecía el padre de los demás estudiantes y como iba a ganar más, la convenció a Jazmín para que dejara de trabajar. “En tu trabajo te exprimen y en todos estos años que les has regalado tu vida te han aumentado el sueldo unos pocos centavos, además quiero que a mi hijo lo cuide su madre y no dejarlo en manos de cualquiera para que lo maltrate”. Hasta ahí llego su carrera de contable aunque estaba convencida de que cuidar a su hijo era lo mejor.

Las bofetadas podían venir en el momento menos imaginado si ella tocaba un tema en el cual no estaban de acuerdo, o porque dijo una mala palabra, o por llorar o por decirle que tenía nauseas y no quería comer. También la pelea se podía formar cuando el salía con sus amigos durante los fines de semana y volvía un poco pasadito en alcohol, así que la despertaba para que cumpliera con sus deberes maritales y si no lo complacía por las buenas, la violaba por las malas, al fin y al cabo era “su mujer”. La sumisión ya era total, también la inmensa y aplastante soledad.


Jazmín se había acostumbrado a recibir golpes en forma violenta y repetida. Los raspones, las heridas que sangraban, los dolores y la hinchazón de su carne eran parte de su triste existencia. Nunca pensó que no tener que ir a trabajar sería una bendición, porque por lo menos, no tenía que inventarse ninguna excusa para faltar varios días hasta que se le fueran las marcas más visibles, en la cara, en las manos; lo demás se podía cubrir con mangas largas o pantalones. Ya no importaba que Tomás hubiera tenido un día bueno o un día malo, es más ya no sabía a qué atenerse y tenía miedo de lo que pasaría cuando volviera a la casa. No tuvo compasión durante su embarazo, ni siquiera por lo que pudiera ocurrirle “a su hijo, el mismo que no quería dejar al cuido de manos ajenas”. Las patadas en el vientre no se hicieron esperar y aunque Jazmín se tiraba al piso en posición fetal para amortiguar a su bebé, Tomás la seguía pateando en la parte que estaba a la vista. La última paliza fue tan bárbara que la dejó inconsciente y cuando por fin volvió en sí, su temor más grande era haber perdido a su bebé.

Tomasito nació en ese ambiente infernal. Ahora no sólo Jazmín era inútil, inservible, rebelde, prostituta y provocadora, ahora también era una mala madre y se sentía anulada completamente, dependía de Tomás para todo: para comprar ropa, para salir a pasear el nene; tenía que decir adónde iba y como se iba a vestir para salir sola y como si eso fuera poco había vuelto a la niñez, tenía una hora de llegada estricta.

Los castigos continuaron, el daño emocional siguió hasta el punto que ya no pudo más y decidió buscar ayuda. Tenía que hacerlo con mucho cuidado porque Tomás sabía la contraseña de su email, buscaba en su celular los mensajes de texto y los números a los que se había comunicado y no podía dar el teléfono de su casa por miedo a que alguien llamara inoportunamente. La historia del navegador en el Internet tenía que ser borrada minuciosamente, no podía dejar ningún tipo de rastro. Años atrás aunque su depresión ya era palpable, siempre tenía un último recurso para escapar, “o dejaba que la matara él, lo que a veces ansiaba, o se mataba ella”. Ya esa oportunidad estaba fuera de su alcance porque ahora tenía a su hijo y sabía que debía salir adelante, sola. Sin embargo, había una realidad, no tenía adonde ir, contaba con el dinero justo que Tomás le daba para hacer la compra de la comida, productos de limpieza y las cosas que hicieran falta para el bebé y después venían las preguntas que acababan en golpes si no le daba un resumen de los gastos o porque no compró alguna cosa específica que no pidió, pero que quería en ese momento.

Llegó el momento en que ya no lo podía tolerar más. Ya no podía perdonarlo porque sabía que no iba a cambiar y a pesar de eso se hacía tan difícil despegarse porque a su pesar, lo seguía amando. También sabía que si se quedaba podía morir y de ninguna forma abandonaría a su hijo con ese monstruo, jamás.

Tomar la decisión fue terrible pero ella se hizo fuerte, toda la dulzura que había en esa muchachita buena de 22 años cuando Tomás la conoció, ya no existía. Jazmín ya tenía casi 31 años, se obligaba a tener valor y decidió salir adelante por el bien de su hijo y por su propio bienestar. Se dio cuenta de que vivir así era morir en vida y ya no estaba dispuesta a hacerlo ni por él ni por nadie. Resolvió no llamar a sus padres porque ese sería el primer lugar adonde Tomás la buscaría.

Cada mañana cuando él se iba ella limpiaba la casa como una mujer enloquecida, tal y como Tomás quería. Luego buscaba en Internet sobre mujeres maltratadas y para su sorpresa descubrió que no era la única, que había muchas otras mujeres que pedían auxilio a desconocidos a través de foros y que estaban tan desesperadas como ella. Se enteró que todo lo que le pasaba tenía un patrón y que su querido Tomás era un “abusador”, que su relación era “insana” y que estaban “drogados” uno con el otro porque mantenían una relación de co-dependecia. El la dominaba y no quería que se fuera porque hubiera perdido el control y ella no se quería ir porque lo amaba. Ella quería creerle que él iba a cambiar porque de esa manera no tenía que irse.

Supo que el gobierno de su país, tenía una línea caliente para mujeres maltratadas, también que había albergues que socorrían a mujeres y a sus hijos aliviando sus pesares con ayudas psiquiátricas, psicológicas y de asistencia social e incluso legal. Una vez que pasaban por el proceso de recuperación, las mujeres eran alentadas a buscar trabajo si tenían una profesión y de no tenerla ofrecían programas para que aprendieran un oficio con lo cual rehabilitarse y poder mantenerse otra vez sobre sus propios pies. Ese fue el punto de partida para una nueva vida, no estaba sola a pesar de que sí lo estaba. Sin embargo, su desgracia diaria se vio afectada agradablemente porque ese descubrimiento fue uno de los más alegres que tuvo por muchos años de temores. Había una salida, había ayuda, había soluciones y había esperanza si tenía el valor y el coraje para volver a vivir porque todos los días salía el sol.

Hay muchas Jazmines en esta vida, no seas una más. Muchas permanecen calladas por temor y “por amor”, otras logran salir adelante pero con mucho esfuerzo y voluntad. No permitas que esto te pase a ti ni a ninguna de las personas que tú quieres, es muy difícil salir, no dejes que la violencia entre en tu vida por alguien que no vale la pena. Si conoces a alguien que esté pasando por esta situación trata de ayudar, si no lo haces puede ser que no la vuelvas a ver con vida.

Según estadísticas del gobierno de Puerto Rico, cada quince días una mujer es asesinada por causa de la violencia doméstica y diariamente cincuenta y tres mujeres son víctimas de violencia doméstica. Por su parte la Oficina de la Procuradora de las Mujeres (OPM) reveló el 15 de diciembre de 2010, que en ese año 16 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas, hubo 11,690 incidentes de violencia doméstica y también se solicitaron 10,929 órdenes de protección. Según las estadísticas de la Policía de Puerto Rico, desde enero de 2000, 243 mujeres fueron asesinadas por sus compañeros o ex parejas.

La historia de Jazmín es el resultado de mi investigación para hacer este relato y de mi imaginación. Aunque he conocido unas cuantas mujeres que sufrieron la violencia domestica, en algunos casos psicológica y en otros psicológica y de abuso físico, esta historia no pertenece a la vida de ninguna persona en particular. Lo que es muy importante destacar es que la historia pudo haber sido real para cualquiera de las mujeres que están sufriendo hoy y que además de piernas y brazos quebrados, pulmones perforados y cuellos apretados, etc., podrían tener un final fatal. De todo lo malo que te puedas imaginar, lo peor es muy probable que sea la verdad.

La violencia domestica no discrimina, para nada importa el nivel socio económico, cultural, la edad o la preferencia sexual, nadie está exento de este mal. Para todas aquellas personas que están empezando una relación hay signos que pueden ayudarte a determinar si tu pareja es un posible abusador.

Si tu compañero es:
  • Celoso o posesivo
  • Te dice qué ropa debes ponerte, a dónde puedes ir y con quién puedes hablar
  • Es violento y se enoja fácilmente
  • Presiona para mantener relaciones sexuales o para tener comportamientos sexuales con los que tú no estás de acuerdo
  • Usa drogas o alcohol y pretende que tú hagas lo mismo
  • Te lastima física y psicológicamente
  • Te dice que es culpa tuya de que él te pegue
  • Te insulta y te avergüenza en frente de otras personas
  • Te hace sentir miedo porque no sabes cómo va a reaccionar
Para que una relación sea sana tiene que haber:
  • Respeto mutuo
  • Confianza y honestidad
  • Buena comunicación
  • Igualdad
  • Identidades diferentes

Si desean leer un poco más sobre este tema pueden acceder a páginas de internet con rescursos profesionales que se ocupan de este campo:



En esta página encontrarás un test que mide tu autoestima.


El ser humano debe tener control sobre su propia vida. Si no te quieres a ti mismo, no te respetas y si no te das tu lugar, nadie lo va a hacer por ti. No busques en una pareja lo que no tienes por ti misma. Busca ayuda psicológica si crees que tienes baja autoestima, no puedes estar sola y necesitas depender de alguien. Antes que nada debes arreglar tu vida para que te sientas cómoda contigo misma y entonces es que puedes buscar una relación con el sexo opuesto, no antes. La persona que no se respeta a sí misma es un blanco muy fácil para el maltrato y el que estés en una relación nueva no va a cambiar la percepción que tienes de ti misma ni va a cambiar tu mundo. Los problemas no se arreglan solos, lo primero es aceptar que tienes un problema y lo segundo es buscar una solución pidiendo ayuda a un profesional de la salud ya sea un psicólogo o un psiquiatra.

Cuando comiences a salir con alguien no lo mires con los “ojos del amor”, el amor nace en el cerebro no en el corazón. Razona antes de enamorarte de esa persona y asegúrate que sea la indicada. Aprende a reconocer si tiene los mismos valores que tú. Conversa sobre muchos temas, como política, religión, comidas, familia, amigos; cuanto más controversiales mejor, ya que de esa forma vas a aprender a conocer lo que piensa y en el calor de la discusión vas apreciar sus actitudes sin darle tiempo a que pueda fingir. Mira como trata a su familia más cercana, si no respeta a su madre, tampoco te va a respetar a ti. Dile que te presente a todos su amigos, observa cómo reacciona a lo que ellos digan y como ellos se interrelacionan con tu pareja. ¿Te molesta que fume? ¿Bebe mucho? ¿Quiere espacio para salir con sus amigos y tiene sus propios hobbies que no te incluyen? No sueñes que los va a dejar por ti. No trates de ser condescendiente y de adaptarte a todo lo que a tu compañero le gusta porque a la larga va a salir tu verdadera personalidad y entonces no solo él se dará cuenta que le mentiste, sino que tú te creíste la misma mentira que le dijiste. A veces las mujeres cometemos el error de querer agradar y nos olvidamos que tenemos que agradarnos primero a nosotras mismas. Si no le gusta cómo eres y si las cosas que tú quieres en tu vida no concuerdan con las que él quiere para sí, es preferible dejar morir esa relación. Cuando uno comienza a salir con una persona, la relación es miel sobre hojuelas porque uno se esmera por agradar al otro pero la realidad es que las personas no cambian por amor. Si te maltrata lo va a seguir haciendo, y si te trata como una reina lo seguirá haciendo también. Sólo tienes que saber buscar la pareja que te mereces. Hasta la semana que viene. ¡Japi Bloguin!


A continuación lugares adonde puedes buscar ayuda si estás en una situación de maltrato o si conoces a alguien que está pasando por esta terrible experiencia.

ASOCIACIÓN PUERTORRIQUEÑA PRO BIENESTAR DE LA FAMILIA (PROFAMILIA)
Programa de Esterilización, Salud sexual y reproductiva, orientación y promoción de los derechos sexuales y reproductivos. 787-765-7373

CASA DE LA BONDAD, INC.
Albergue, programa ambulatorio, representación legal y apoyo psicosocial. 787-852-7265

CASA PENSAMIENTO DE MUJER DEL CENTRO, INC.
Educación y prevención de la violencia doméstica, agresión sexual y acecho. Representación legal, intercesoría legal y apoyo psicosocial. 787-735-3200 / 787-735-6698

CASA PROTEGIDA JULIA DE BURGOS, INC.
Albergue, servicio ambulatorio, intercesoría legal y apoyo psicosocial.
Albergue 24 horas. 787-723-3500

CENTRO CRISTIANO HIJA DE JAIRO, INC.
Servicios integrales en el albergue 24 horas. 787-866-5134

CENTRO DE LA MUJER DOMINICANA, INC.
Prevención y educación sobre la violencia doméstica y agresión sexual. Representación legal a mujeres inmigrantes víctimas de violencia doméstica y agresión sexual. 787-772-9251

CLÍNICA DE SALUD MENTAL DE LA COMUNIDAD, INC.
PROGRAMA DE VIOLENCIA DOMÉSTICA - UNIVERSIDAD CARLOS ALBIZU
Servicio ambulatorio de evaluación, psicoterapia y consejería a víctimas de violencia doméstica y agresión sexual. 787-724-2222 / 787-724-2272

HOGAR LA PIEDAD
FUNDACIÓN DE DESARROLLO COMUNAL DE PUERTO RICO, INC. (FUNDESCO)
Albergue, apoyo psicosocial, vivienda transitoria y trabajo social en toda la Isla.
Albergue 24 horas. 787-746-0011 / 787-258-5162 / 787-745-0750

HOGAR CLARA LAIR, INC.
Albergue, grupos de apoyo, intercesoría legal y apoyo psicosocial. Albergue 24 horas. 787-849-4466

HOGAR NUEVA MUJER SANTA MARÍA DE LA MERCED, INC.
Albergue, asesoría y representación legal, intercesoría legal y apoyo psicosocial en tribunales. Grupos de apoyo y educación a la comunidad. Albergue 24 horas. 787-263-8980

HOGAR RUTH, INC.
Albergue, intercesoría legal y apoyo psicosocial en tribunales. Albergue 24 horas. 787-883-1884

INICIATIVA COMUNITARIA, INC.
Evaluación y diagnóstico de sobrevivientes de violencia doméstica mayores de 21 años con HIV/SIDA y/o usuarias de drogas. Detox 21 días y tratamiento psicosocial residencial por 8 meses. 787-283-1520

INSTITUTO LATINOAMERICANO DE EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO, CORP. (ILAEDES)
Adiestramiento a mujeres en actividades de autosuficiencia económica, a través de empresas a pequeña escala. 787-760-3682

INSTITUTO PRE VOCACIONAL E INDUSTRIAL (CAPROMUNI)
Albergue, intercesoría legal, orientación y consejería a través de toda la Isla.
Albergue 24 horas. 787-879-3300 / 787-880-2272

LA CASA DE TODOS, INC.
Albergue, intercesoría legal, trabajo social, servicios educativos y coordinación a través de toda la Isla. Albergue 24 horas. 787-734-5511

LA FONDITA DE JESÚS, INC.
Proyecto de Autosuficiencia Económica. Prevención y educación sobre violencia doméstica y discrimen contra las mujeres. 787-724-4051 / 787-724-8451 / 787-724-8455

PROYECTO MATRIA, INC.
Vivienda Transitoria y Autosuficiencia Económica. 787-747-1381 / 787-703-0148 / 787-704-2222

TRAVELERS AID OF PUERTO RICO
Servicio ambulatorio y pasajes a víctimas de violencia doméstica. 787-791-1034

CENTRO DE AYUDA A VÍCTIMAS DE VIOLACIÓN (CAVV)
Psicología, Trabajo Social, orientación, intercesoría, consejería grupal y coordinación de servicios interagenciales. Educación y línea de ayuda a sobrevivientes de agresión sexual y violencia doméstica.
787-474-2028

Referencias:




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