domingo, 4 de marzo de 2012

El pasado marca nuestro futuro (Parte I)


¡Hola amigos! Hoy no lo voy a hacer muy largo ya que recibí retroalimentación de muchos de ustedes y -Ya sé, tienen toda la razón, me entusiasmo tanto que termino escribiendo una biblia. Trataré de reducirme. 


Además, como ya se habrán dado cuenta no estoy escribiendo todos los domingos. Pueden entrar a "Bloggeando Vivencias" cuantas veces quieran pero si no desean tomarse la molestia, pueden subscribirse por email. Simplemente, cada vez que yo “postée” un nuevo artículo, éste será enviado a tu email. Para hacerlo, deben acceder al blog y buscar en la columna de la extrema izquierda, en la sección “Sígueme por email”. Escriben su email, hacen "click" en “submit”. ¡Muerto el pollo! 

No sé cuál es la edad aproximada de mis lectores pero me imagino que ninguno de ustedes es adolescente... así que comencemos con el tema de hoy.



   La edad media y no me refiero a la histórica    


Las emociones a los "sin-cuenta".
Entre los 40 y 50 años es cuando supuestamente nos dará la “crisis de la mediana edad”. Los “sin-cuenta” años se conocen como si fueran la mitad de la vida y en realidad nos salimos de la curva si pensamos que muy pocos de nosotros va a  llegar a vivir 100 años. ¡Si lo logran, que sea con mucha salud y felicidad! Los seres humanos tendemos a vivir en décadas, los veintes, treintas, cuarentas, cincuentas, etc. (¡Es mejor no seguir contando!!!). Estas décadas van marcando etapas a lo largo de nuestras vidas. 



A los diez: ¡No vemos la hora de que llegue nuestro próximo cumpleaños!

A los veinte: ¡Nos falta sólo un año más para ser mayores de edad! Oh, Yeah!

A los treinta: Si no nos habíamos casado para ese entonces, nos convertiríamos en una solterona rodeada de gatos, pero de eso ya no hay que preocuparse porque en esta época ya no pasa.

A los cuarenta: Algunos, sobre todo "las algunas", quieren dejar "de cumplir" pero el deseo no será concedido por más que soplen 40 veces las velas...


A los cincuenta: Caemos en cuenta de que ya estamos en un camino que no tiene retorno y ahí sí que comienza a dolerle a "los algunos". En realidad estamos en la "plenitud de nuestra vida", todavía somos jóvenes, ¿O, no?






Al borde de llegar a la temida edad de los cincuenta comenzamos por hacer un "recuento" sobre lo que hicimos con nuestras vidas. Tal vez sea para saber si realizamos todo lo que aspirábamos a hacer, o quisimos ser, o por el contrario estamos viviendo una vida que no fue la imaginamos para nosotros como seres individuales, sin embargo es esta inconformidad con nosotros mismos lo que va a producir un desbarajuste total en la vida de nuestra familia, que no tiene la culpa de lo que creemos que es nuestro fracaso o de nuestros arrepentimientos o de las desiciones mal tomadas en nuestro pasado por nosotros mismos. Por eso es que justamente durante la búsqueda de ese balance pueden comenzar nuestros problemas y lamentablemente los de aquellos que nos rodean. 

   El resultado del balance                                                              



 Si el balance resultó negativo la persona puede desear hacer "cambios significativos" en su vida diaria o en algunas "situaciones" de su vida, como su carrera, su trabajo, su matrimonio o su vida sentimental. En ese momento es donde puede comenzar a deteriorarse la relación con su familia, dependiendo de lo que dejó de hacer o no pudo hacer en su pasado.


El tipo de personalidad y tener un historial de crisis psicológicas anteriores predispone a algunas personas a experimentar esta "tradicional" crisis de la mediana edad. 

Algunos adultos que pasan por esta transición experimentan cambios mayores en su vida que pueden provocar un período de depresión, como por ejemplo, el fallecimiento de un ser querido o un revés profesional y eso se convierte en el detonador de lo que será la crisis de la mediana edad. 


   El pasado marca nuestro futuro                         



¿Me quedó bien, verdad? El título, digo. 
El presente vivido hoy, se convertirá en pasado en unos instantes más.  ¿Y ése, también, verdad? Porque hace juego con el título, no? 


Si supimos tomar las decisiones correctas en su momento, posiblemente no pasaremos por ninguna crisis porque estaremos satisfechos y tranquilos con lo que hicimos durante esos cincuenta años de vida.

Llegar a esta edad nos costó medio siglo. (¡Parece tanto! ¿No habrá una manera de minimizarlo?) Medio Siglo de experiencias, oportunidades, decisiones; éxitos y fracasos. 



Hacia abajo.
De momento nos damos cuenta que nuestra juventud se acabó y que estamos parados sobre una meseta que poco a poco se convertirá en un declive cada vez más definido y en cuyo descenso paulatino pero irreversible, nos espera la vejez, tal vez enfermedades y con el tiempo la muerte. 


Si nuestra vida fuera un carretel, podríamos ver delante de nuestros ojos como se nos va consumiendo el tercio del hilo que todavía nos queda… sí es que nos queda ese tercio... 

   Las mujeres y el descenso                                  


La mayoría de las veces somos las mujeres las que enterramos a nuestros esposos, aunque seamos del sexo débil. (No me explico quién fue el machazo tan inteligente que interpretó que nosotras éramos el "sexo débil", cuando ellos por un resfrío están lloriqueando como si fueran a dar a luz). 




No sé si ésto (el enterrar al marido) tiene una connotación genética ya que nosotras somos las que traemos la vida a la tierra (¡Tómaaa!, ¡Qué saque pecho... la que lo tenga!), pero después de toda una vida de menstruaciones, a las que odiamos con mucha pasión, nos llegará la menopausia que tampoco nos deleitará sobremanera porque significa el fin de la fertilidad y el comienzo de la vejez. Por cierto la mujer es la única hembra del reino animal que tiene menopausia y gracias a eso le daremos la bienvenida a cambios en nuestro cuerpo: nuestra piel perderá su brillo, tendremos manchas (unas pecas grandes) en la cara y en las manos; el cuero cabelludo se notará más porque nuestro cabello se pondrá más fino y de paso también se nos caerán unas pocas hebras. De momento nuestra uñas se pondrán resquebradizas, con pequeñas ranuras y como si fuera poco las venas de nuestras manos sobresaldrán, tendremos algunos pellejos colgantes, un estómago prominente que podremos esconder si estamos paradas y unas nalgas caídas que no tienen remedio. No importará si vamos o no al gimnasio, tendremos unas cuantas partes de nuestro cuerpo que no desearemos mostrar ni al natural, ni a la luz artificial, a menos que nos dejemos "meter cuchilla".



La menstruación: ¡Qué deleite!


Definitivamente hemos llegado a la edad madura, nuestros hijos se marchan de la casa y seguirán haciendo sus vidas junto a nuestras nueras o yernos pero sin nosotras. Esto se conoce como el Síndrome del Nido Vacío, (Empty Nest) y a un sinnúmero de mujeres les afectará muchísimo, sobre todo a “aquellas madres” para las cuales “sus hijos son lo primero en su vida y están por encima y por delante de su matrimonio”. 


Esas madres no se dan cuenta que para sus hijos están en un segundo lugar sí éstos están recién casados y en un tercero sí ya tienen sus propios hijos.  La vida de una persona joven es un constante desafío, una competencia, una lucha diaria laboral y familiar. Una vida sumamente ocupada en la que no alcanza el tiempo y hasta los fines de semana están dedicados a algo, como los quehaceres domésticos, los juegos de pelota o de baloncesto y los proyectos escolares. Además la sociedad nos hace sentir culpables si no estamos trabajando. Para todas esas madres, es mejor que no se frustren ni esperen más de lo que van a recibir.  "Después de todo esa es la ley de la vida". Y si sus hijos hacen un ratito para ustedes no lo echen a perder, disfrútenlo sin echarles en cara el poco tiempo que les dedican.


Cuando escucho ésto, por lo general de mujeres casadas, no sé qué pensar. Es posible que no tengan una buena relación de pareja y es por eso que los hijos pasan a un primer plano en sus vidas, sin embargo, sí no se hubiesen casado no tendrían esos hijos (bueno eso, en nuestra época...). Cuando los hijos se vayan, quienes van a "vivir juntitos" son los que construyeron la familia o sea la pareja. ¿Para qué seguir casados en una relación que es negativa, que no nos llena y en la cual ya no estamos a gusto? Si es para no estar solas, "es mejor estar sola que mal acompañada". De todas maneras esa relación ya está destinada al fracaso.


Algunas mujeres aprovecharán esta etapa para realizar algunas "gestiones" que se les quedaron en el tintero, como volver a la universidad para continuar estudios, poner un negocio y hasta cambiar de profesión… o de marido.

Esta etapa de cambio por la ambición de obtener ciertas metas para sí misma también puede traer la necesidad de auto-regalarse objetos materiales costosos, porque al fin y al cabo después de toda una vida sacrificándose por los demás, la mujer siente que ahora le “toca” a ella (lo cual es muy razonable). Sin embargo, muchas de ellas no cuentan con esa suerte.


Algunas pueden sufrir una enfermedad y otras obligatoriamente tendrán que ser cuidadoras de la vejez de sus padres o de sus suegros, ya sea por enfermedades como cáncer o por Alzheimer entre otras, o por la viudez de cualquiera de ellos hasta que éstos mueran. Lamentablemente, ésta también es una causa de muchísimo estrés para toda la familia, porque la mujer tiene que hacer un acto de prestidigitación para darle cariño a su relación de pareja, atención a su trabajo y cumplir con las obligaciones familiares diarias. ¿A quién no le va dar una crisis con esa vida? ¿"Mid Life Crisis" o simplemente "depresión"?


  Una nota al calce                                               


No sé si lo habrán notado pero las mujeres que se acaban de divorciar, siempre pero siempre, se pintan el pelo de colorado. Eso parece darles una sensación de “libertad”, de “rebeldía” o de pensar, “hago lo que me da la gana porque estoy sola y no tengo que rendirle cuentas a nadie”. Si se ponen a observar bien verán que no falla.




   Madres, Hijas, Amigas. ¡Mujeres!                  


Vivan la vida al máximo. Cuando dicen que la vida es corta, es verdad. No nos damos cuenta hasta que la hayamos vivido. Hagan todo con un balance, acuéstense todos los días con la conciencia tranquila para saber que hicieron lo correcto y por sobre todas las cosas, disfruten todo lo bueno que ahora tienen. Si tienen rencores, sepan perdonar. El saber perdonar no significa perdonar a la persona que nos hirió, aunque nunca olvidemos lo que nos hizo. Perdonar es perdonarnos a nosotros mismos para alejar el rencor que nos carcome y poder seguir nuestra vida en paz...

No se pierdan la segunda parte de “El pasado marca nuestro futuro” que continuará y será muy jugoso porque voy a "pelar a los hombres". Nos vemos prontito y ¡Japi Bloguin para todos!

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